Parte de la generación del 80, la obra de Omar Gatica funde el neoexpresionismo con la abstracción, creando formas dinámicas, que se caracterizan por sus colores fuertes.

El año 2010 recibió el premio Altazor por su exposición Yo pintor, que se presentó el año anterior en el Museo Nacional de Bellas Artes.

Sus pinturas se han nutrido principalmente de vivencias personales, por mucho tiempo la observación y reflexión con respecto al ser humano y su relación con la urbe. En la actualidad está más enfocado en los movimientos lumínicos y atmosféricos del paisaje.

«En mi obra siempre hay un atisbo de realidad, de objetos y espacios reconocibles. El movimiento, los elementos como el fuego y el agua», cuenta.