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Soledad Correa: con las manos en el barro

La artista dice que la cerámica fue amor a primera vista, gracias a su simpleza, sus procesos y las infinitas posibilidades. Desde su casa en Chimbarongo, nos contó más sobre su obra y sus inspiraciones.

Por. Valentina De Aguirre

La artista Soledad Correa cuenta que su vida siempre estuvo ligada a lo manual y artístico. Es decoradora de profesión, pero nunca ha ejercido como tal. Fue product manager de Polo Ralph Lauren y después de un tiempo se fue a vivir a Chimbarongo con su marido. Ya lleva 25 años ahí y fue en ese lugar que descubrió la cerámica, “quería una vida más en paz, menos vertiginosa”, cuenta. Aprendió la técnica con clases y también de manera autodidacta. “Mi mayor aprendizaje ha sido el silencioso y autodidacta prueba y error, estudio y muestras. Horas y horas de trabajo que agradezco la oportunidad de tener”.
Con las manos ajadas por el barro, como ella misma confiesa, está feliz del camino recorrido y de todo lo que le falta por recorrer, siempre atenta a nuevos desafíos y oportunidades para darle una nueva vida al barro.

En The Little Black Guide conversamos con Soledad, sobre su obra, su presente y sus procesos.

¿Cómo llegaste a la cerámica? ¿Qué es lo que te enamoró de este material?

Después de vivir muchos años en el campo, empecé a valorar y maravillarme con todo lo que me rodeaba, me sentí privilegiada de tener la posibilidad de estar en constante contacto con la naturaleza y con la tierra. Y quise aprender de este oficio milenario, que fue amor a primera vista. Quedé maravillada con las infinitas posibilidades de trabajarla, con su simpleza, sus procesos, sus tiempos de espera y reflexión y de la búsqueda incansable de otras posibilidades con este material. 

¿Qué es lo más desafiante de trabajar con cerámica?

Para mí cada nuevo proyecto es un nuevo desafío y una nueva oportunidad, es darle al barro una nueva voz, es dejar que este material simple y noble nos transmita emociones y nos deje interactuar con los diferentes sentidos. Eso es lo que busco en cada una de mis obras, no solamente que sean percibidas bajo la mirada, sino que también puedan sentirse, tocarse, moverse, oírse, o sea, que estén presentes bajo la visión, el tacto y la audición. 

¿Cómo ha sido la evolución de tu obra?

He tratado de tener coherencia con lo planteado desde mis inicios, hacerle un homenaje a la tierra, dejar que predomine en su estado más puro. Que sus formas sean simples, orgánicas y jugar con ellas casi de una manera lúdica e infantil, uniendo piezas. Luego, formar un todo donde cada una de estas juega un rol único y fundamental. 

¿En qué estás trabajando ahora?

Soy una admiradora del arte textil y eso he querido plasmarlo en mi obra, pero utilizando cerámica. Es un trabajo lento, donde se unen las piezas, una a una, para formar grandes paños con movimiento, pero con un movimiento diferente a un textil: es un vaivén pesado, con fuerza y sonido. La paleta de colores es acotada y hace un homenaje a la tierra. Con dibujos geométricos y repetitivos, donde la visión de la obra varía desde el punto donde se la mire. 

 

¿Cómo es tu proceso creativo?

De mucho silencio, observación y abstracción.  

En mi taller, amplio y luminoso, rodeada de naturaleza, dejo que esta penetre e invada este lugar que, para mí, es mi lugar sagrado. Aquí investigo sobre los pueblos originarios, las tribus ancestrales, sus ritos y costumbres y me dejo maravillar y sorprender con su forma de vida y sobrevivencia. 

Y también saco cuentas, porque básicamente mi forma de trabajo es con la unión de miles de placas, entonces es necesario calcular y diseñar. 

¿Qué temas te interesa explorar?

Me interesa explorar los diferentes tipos de arcillas, minerales y componentes orgánicos que se le pueden incorporar a la pasta para obtener resultados tan diversos y únicos donde no es necesario tapar imperfecciones, ni grietas. Mi exploración actual también va por el uso del fuego y otros elementos que permitan generar durabilidad y resistencia a este material de una manera más natural.

¿Cómo viviste la pandemia desde el punto de vista de la creación?

En lo personal fue una etapa muy productiva y creativa. El encierro provocó volver a lo esencial y a veces primitivo del ser humano, que tantas veces lo olvidamos. Me permitió no distraerme con estímulos externos que nos alejan de nuestro camino, y poder centrarme e investigar en tantos temas que me interesan. Me permitió tener tiempo para probar nuevas técnicas y darme cuenta que en lo simple está lo bello y lo auténtico. 

Me gustó este tiempo de tranquilidad y silencio, me permitió volver a tener a mis hijos conmigo, que fueron la compañía, la crítica y las voces que yo necesitaba oír. Pero también fue un tiempo de incertidumbre y mucha reflexión. 

¿Tienes referentes internacionales?

¡Tengo tantos referentes y de tantas diferentes disciplinas artísticas! Por nombrar algunos: Sheila Hicks, Brie Ruais, Henry Moore, Alberto Bustos, Barbara Hepworth, Jun Kaneko y Beatrice Wood.

 

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